sábado, 24 de agosto de 2013

Rene Guenón y el pensamiento plantonico


Jose Maria Dolcet

En el título mismo de este trabajo se viene a expresar la conjunción o símbolo que entreliga a la Tradición Primordial de la humanidad, cuyo origen es universal y metafísico y el pensamiento platónico, o la simbólica de la filosofía, que son su traducción.
También lenguaje de las Ideas, heredero de los misterios de la antigüedad por medio del hermetismo y del pitagorismo (que se constituirá en el tiempo como vehículo de expresión de las cosmologías, hebreas, cristiano latinas y árabes). Simbolizado a través de la triplicidad del mundo manifestado, en nous, psiqué y soma. Que tiene como principio a la unidad o el Ser, más allá del cual se encuentra lo Inefable e inexpresable, aquello Supremo y Desconocido, Misterio sólo comprensible en Sí mismo.

En cuanto a la Obra de Platón, debe admitirse que hoy, en plena modernidad del s. XXI, apenas podríamos entender algo sino fuera desde la visión panóptica que R. Guénon nos ofrece de lo que es el pensamiento tradicional de la humanidad y de lo que no lo es. Verdaderamente sería difícil encontrar el sentido profundo de las enseñanzas de Platón más allá del aspecto racional, sentimental moral o aún ideal y especulativo, que es lo que la filosofía moderna ha podido conservar del mismo.

La obra de R. Guénon, abarca enteramente la Historia y Geografía universales y con esto reconocemos que la visión que nos transmite lleva a revelar la profundidad que une todas las formas tradicionales a un Centro común ó Tradición Primordial, de quien todas ellas derivan, como los radios de una rueda.

Sabiduría universal que profundamente hermana a todas y que encontramos al completo en cada una de ellas, fieles representantes de la misma, que han reconocido y reconocen ese origen primordial, de donde procede toda vida que anima a esos pueblos, desde su principio, a lo que son, quienes son, lo que hacen y porqué lo hacen, en fin el sentido todo de su existencia y el camino que siguen para llegar a comprenderlo en sí mismos. Los actuales pueblos hindú, chino, el tronco semita hebreo, árabe y cristiano, griegos y latinos y además el pueblo chamánico que se encuentra aún vivo en tantos rincones de la tierra, de América, Oceanía, Europa, Asia o Africa, formando comunidades que conservan aquel saber primitivo y original. Todos ellos llamados pueblos tradicionales, al reconocer un origen mítico en el que a su vez tienen su fin.

Del conocimiento profundo con que estos pueblos contemplan la existencia, es testimonio vivo para este fin de los tiempos la obra de René Guénon; la cual es metafísica e iniciática, lo que es decir tradicional. Señalándose en ella tanto el fin último, como el camino o inicio verdadero en el misterio de la realidad, así como el despeje de todos los prejuicios mentales, que debieran conducir a occidente, para empezar, a restituirse en los principios de su propia tradición. Advertencia esta que hace R. Guénon particularmente al occidente moderno, al que dedica parte de su obra, dirigida a un pensamiento que se muestra incapaz de reconocer al principio trascendente y suprahumano del que procede toda vida y que rebasa los límites de la razón, a la cual el hombre moderno se reduce, ignorante de las verdaderas posibilidades que contiene en sí mismo, y que le fueran legadas desde el comienzo de los tiempos. Principio cuya memoria conservan todos los pueblos tradicionales de la tierra y que de este modo llega hasta el presente.

Estas diversas tradiciones son referenciadas en la obra de R. Guénon por medio de libros cuyos títulos dan una idea de lo que decimos. Siendo ejemplos en cuanto al pensar tradicional: La Gran Tríada, Introducción General al Estudio de las Doctrinas Hindúes, El Hombre y su Devenir según el Vêdânta, Estudios sobre Hinduísmo, Islamismo y Taoísmo, El Esoterismo Cristiano, y El Esoterismo de Dante, entre otros; donde se establecen las correspondencias de cada una de las tradiciones con todas las demás. Harmonía de relaciones entre sí mismas y con el principio que las une, posibilitada por el medio común de expresión del que todas disponen: el Símbolo.

Mientras que en otros libros tales como: La Crisis del Mundo Moderno, El Reino de la cantidad y Los Signos de los Tiempos, así como Oriente y Occidente, se expresan las causas del deterioro y en donde se da una descripción del pensar individualista de occidente, caracterizado por el racionalismo, sentimentalismo moral, evolucionismo, relativismo, pragmatismo, materialismo y aun otros rasgos, representativos de las limitaciones de alcance intelectual, exponentes de la mentalidad moderna. Escritos en los que también se indican las posibilidades de rectificación de estas condiciones, tomando en cuenta la Sabiduría íntegra de la antigüedad y de la Edad Media, a la luz de las enseñanzas guardadas por el Oriente, y en particular por la tradición Hindú, calificada como depositaria de la Tradición Primordial para este ciclo de existencia.

René Guénon es un recipiente y un transmisor del saber tradicional, que comunica a través del símbolo, verdadero intermediario entre lo inexpresable y la mente humana, y en gran parte a través de una variedad del mismo, que es la lengua. Es en este sentido que podemos observar en el índice bibliográfico de palabras1 que se encuentran en los diversos libros de R. Guénon, las correspondientes al sánscrito, árabe, chino, hebreo, griego y muchas otras lenguas menos conocidas, todas ellas en su transcripción fonética al latín; lenguas, a través de quienes fue comunicado directamente a Guénon, el saber profundo y esotérico de la tradición que esos pueblos han conservado.

El Símbolo es la expresión formal de lo inteligible y el camino que permite el tránsito de lo conocido a lo desconocido. Es en este sentido que podemos considerar a la cosmogonía por entero, desde el Ser o su primera determinación, como símbolo y revelación, de lo puramente metafísico, de la no dualidad y verdadero conocimiento que va más allá del ser.

El Mito a su vez, es traductor de una realidad presente y sobrenatural, que se manifiesta a través de las formas que reviste la naturaleza, las cuales son soporte simbólico y vehículo conductor del misterio que todo lo une y que tiene en el Rito su actualización.

Nos dice la tradición, que el patrón de todos los símbolos fue Hermes. Entre ellos el número, la letra, la forma geométrica y el sonido musical, la razón y la invocación. Elementos de quien las ciencias y artes son expresión, a través de la lira de 7 cuerdas, que el mismo Hermes inventó, y mediante cuya Harmonía el Origen de todas las cosas es constituido en memoria, comunicación y participación para toda la humanidad.

Hermes, llamado Trismegisto, señor de los tres mundos, del intelectual o causal, del sutil y del corporal, es mediante quien el hombre puede descubrir una comunicación abierta con lo que le trasciende. Lo cual viene representado por el atributo con que se le reconoce, el Caduceo, o eje en el que se entrelazan las dos serpientes o fuerzas, que coincidiendo o encontrándose, en dos puntos se abren a un tercero. Simbolizándose en este emblema el camino emprendido por el ser, en ascenso, desde lo sensible hasta lo racional y de ahí a lo puramente intelectual y espiritual, por donde desciende toda energía. Proceso asimilable también al ascenso por la vía central del Sushumnâ, de la energía conocida por la tradición hindú como Kundalinî, que despierta por el concurso de las dos fuerzas que la flanquean, una solar -idâ - y la otra lunar -pingalâ-, a partir de cuya fusión se produce la apertura del ojo intermedio o tercero, llamado también ojo de la inmortalidad, y tercer rostro de Jano ubicado en el presente.

Además Hermes es conocido también por la función de conductor y guía de las almas, tanto en su trayecto por el reino subterráneo del Hades, como desde éste al reino superior de los cielos. Señor y centro de las encrucijadas que forman los caminos al encontrarse, señalado por una piedra y eje cuya verticalidad se refiere a otro espacio, que incluye la horizontalidad de los caminos terrestres, y también tercer nivel al que alude el Caduceo, por donde la energía divina del conocimiento puro comunica con el ser humano, que, a partir de ahí, recupera la posibilidad simbólica que le identifica con el conocimiento mismo de la realidad.

Hermes como símbolo de la intermediación es reconocido en modo unánime por las diversas tradiciones, como Lug para los celtas, Odín para los escandinavos, Loki para los germanos, Idrish para los árabes, Mercurio para los romanos, Quetzalcoátl para los toltecas, Budha para los hindúes2 que son, entre otros, los nombres con que se refiere una misma Idea, la de intermediario que encadena todos los mundos.

Por otra parte, el mito, también nos da cuenta de la identidad entre Hermes y Apolo, en una energía concordante representada por el intercambio de atributos y símbolos entre ambos, de modo que Apolo cede el caduceo a Hermes a cambio de la lira heptacorde que este construyó. Adoptando así el uno las funciones del otro, interconvirtiéndose y pudiéndoseles llamar a partir de aquí a Apolo Hermes, o a Hermes Apolo.

Apolo es el símbolo que representa a la Unidad principial, asimilable al Hijo o Verbo en la tradición cristiana. Dios que habita en el continente mítico de la hiperbórea, Sol polar que alumbra en la medianoche, desde donde desciende cíclicamente para manifestarse verticalmente como Centro en el plano de los 6 planetas o ideas-formas, que constituyen el alma del mundo, como así mismo la del hombre, en identidad macro y microcósmica.

Leemos en El Simbolismo de la Cruz, (cap. IX):

"En cierta manera al sol se le puede llamar "hijo del polo", de ahí la anterioridad del simbolismo "polar" respecto al simbolismo "solar".
Asimismo dice Platón:
el vástago o descendiente del Bien es el Sol, que es a lo visible lo que el Bien a lo inteligible. (República VI).
Sigue diciendo el mito que el sol hiperbóreo fue en su descenso a nacer en Delos, desde donde vuelve a la hiperbórea cumpliendo el hemiciclo invernal y ascendente de la luz, a partir de lo cual, redesciende, estableciéndose su culto en Delfos.
Nos cuenta Jámblico, autor pitagórico y platónico -por quien sabemos mucho de lo poco que se sabe de la vida de Pitágoras- que se consideró a éste el descendiente directo de Apolo, siendo reconocido como encarnación del mismo, a través de las marcas o estigmas corporales, por Abaris3 sacerdote de Apolo hiperbóreo, quien viajó desde allí para recolectar oro con el que construir un templo al dios. Restituyendo a Pitágoras, en cuanto le vio, semejante e igual al dios del que era sacerdote, la Flecha de Oro a través de quien el mismo Abaris había sido conducido hasta Grecia. En prueba de ello, Pitágoras fue enumerando una a una las cosas que se hallaban en el templo de Delfos y añadió que había venido para hacer el bien a los hombres, adoptando para ello forma humana.

En este relato simbólico, también se cuenta que Pitágoras llegó a Crotona, en la Magna Grecia, donde fue recibido por los griegos, quienes al principio le consideraron como bárbaro, por su aspecto -cabello largo- y por el hecho de no hablar su lengua -cabe recordar que Pitágoras, nacido en Samos, tenía por parte materna ascendencia fenicia. Entre los crotonienses ejerció las funciones de Sacerdote y Chamán de Apolo.

Como Filósofo fundó la escuela de Crotona, después de que los gobernantes de la ciudad, sorprendidos por la sabiduría que manifestaban sus palabras, le invitasen a hacerlo; y en la que se preparaba a todo hombre dispuesto, a una iniciación gradual en los misterios de la Sagrada Tetraktys, y ello por medio del conocimiento de los números, madres de todas las ciencias. De modo que las mentes adquirieran, por su medio la preparación indispensable a la intuición de los mismos como símbolos, en la visión directa del ojo del conocimiento, o del corazón, el Eros o Amor órfico, origen y fin de toda manifestación.

La Ciencia Superior pitagórica era llamada Aritmosofía, o sabiduría del número, que corresponde por otra parte al mundo de lo inteligible o tercero del hermetismo. El modo preparatorio a esta Ciencia Suprema, era la Aritmología que enseñaba indirectamente a través de la razón la relación del número con sus principios arquetípicos, de modo analógico. Por fin hubo también una aritmética aplicada al cálculo para los menesteres utilitarios.

La escuela de Crotona tuvo su fin -sacrificial- siendo saqueada y quemada, lo que motivó la dispersión de los pitagóricos, quienes a su vez establecerían nuevas escuelas, como por ejemplo en Tarento donde gobernó Arquitas, con quien por cierto estuvo relacionado Platón así como también lo estuvo con otros pitagóricos, como Filolao y Anníceris.

Leemos en Formas Tradicionales y Ciclos Cósmicos:

"El pitagorismo fue sobre todo la continuación de algo que preexistía en la propia Grecia, nos referimos a los Misterios y más particularmente al Orfismo, del cual probablemente no fue sino una readaptación, en aquella época, del siglo VI a. de la era cristiana que, por un extraño sincronismo, vio producirse cambios de forma a la vez en las tradiciones de casi todos los pueblos."
Al propio tiempo de la dispersión pitagórica asistimos también a lo que podríamos considerar "salida" de la sabiduría de los templos, determinada por las guerras que asolaban las costas de Jonia entre Grecia y Persia. Estos sacerdotes y viajeros jonios fueron reconocidos Sabios en su tiempo, y hoy llamados filósofos "presocráticos"4 como Jenófanes, Heráclito, Parménides, Empédocles y otros, de quienes se conservan fragmentos de sus enseñanzas, de notable espíritu Orfico.
De Heráclito se conserva la memoria de la Unidad, subyacente a todo cambio. El Logos, fuente de la Verdad, común a todos los hombres, lo Unico capaz de conocimiento verdadero y que constituye la Sabiduría. El fuego, que es Inteligencia, de donde todo surge y a lo que todo se reduce.

Y en los pasajes:

"XCIII. El señor, cuyo oráculo está en Delfos, ni dice ni oculta, sino que indica".
"CXVI. Hay posibilidad para todo hombre de conocerse a sí mismo y ser sabio".

Por su parte, Parménides se dice instruido por la diosa Diké -la Justicia- en la revelación de los dos caminos: el camino de la persuasión, que acompaña a la Verdad de que el ser es; y el camino de la ignorancia, el del no-ser, que no es expresable y del cual sólo podemos tener opinión.
Observando en sendos fragmentos de su enseñanza:

"pues lo mismo es pensar y ser".
"advierte sin embargo que cosas ausentes están firmemente presentes en la mente".

Hasta aquí hemos podido hacer algunas referencias a los fundamentos míticos e históricos que anteceden a la obra de Platón, la cual constituye una herencia de la Tradición de Apolo Hiperbóreo y del Número pitagórico; tanto como herencia de Hermes, el dios escriba de la tradición egipcia, transmisor de la ciencia de Atlantis inscrita en la Gran Pirámide, -figura geométrica por otra parte análoga a la de la Tetraktys-. La enseñanza del Maestro Platón, es como un crisol donde se encuentra vertida la Sabiduría de la Antigüedad, significando una readaptación de este saber a las condiciones especiales del ciclo, expresadas en la Grecia clásica del s. V a.c.
Platón, cuyo patronímico era el de Aristocles -o hijo de Aristón-, nace en el día5 dedicado al Dios Apolo. Diógenes Laercio cuenta como en sueños se le había posado a Sócrates un cisne -ave representativa del dios hiperbóreo- que a poco rompió a volar cantando maravillosamente. Al día siguiente vió a Platón. Aristóteles testimonia el culto divino tributado a Platón, de lo que es muestra su escrito Elegía a Eudemos. También se dice que sobre el sepulcro de Platón había un Aguila, que es símbolo de la divinidad y de descendencia regia. En cuanto a su genealogía, remontaba por sangre a los antiguos filósofos gobernantes de Atenas, por parte de padre a Codro y por parte de madre, prima de Critias, a Solón; ambas ramas, descendientes de Posidón, el dios de Atlantis. De entre los viajes de Platón, son reconocidas sus visitas a Egipto y a Tarento, en la Magna Grecia, donde gobernaba el pitagórico Arquitas. Bajo el simbolismo de estos antecedentes, pueden distinguirse los legados que contribuyeron a la enseñanza de las Ideas de Platón, órfico-pitagóricos y herméticos, los que podemos poner en relación al contenido de la Tetraktys6.

Veamos lo que dice R. Guénon con respecto a las Ideas en El Hombre y su devenir según el Vêdânta, pág. 136:

"el dominio de la manifestación sutil puede, en razón de su naturaleza mental, ser designado como mundo ideal, para distinguirlo del mundo sensible dominio de la manifestación grosera, aunque no corresponde al mundo inteligible de Platón, pues las ideas de este son las posibilidades en estado principial que deben ser referidas al mundo informal. En el estado sutil se trata de ideas revestidas de formas."
De aquí que a Platón deba tenérsele como fiel transmisor de aquella ciencia de los números pitagórica. Cuyos significados se traducen en las Ideas, que como los mitos pueblan toda la obra de Platón, como es testimonio el mismo Timeo, que es un mito desde el principio hasta el fin, en el que empieza Sócrates diciendo: Uno, dos, tres, añadiendo que el cuarto, que falta, es misión vuestra, la de representar el papel del ausente. Luego de lo cual presenta a Timeo el pitagórico, como el mejor de los astrónomos, quien explica la Formación del alma y el cuerpo del mundo y del hombre, en cuanto a la Geometría, o ciencia que mide la tierra según el modelo del cielo, el de las Ideas, o Números, que el Demiurgo imita a semejanza, se dice,
"del más bello de los seres inteligibles y de un Ser en todo perfecto". Modelo que abarca y contiene en sí mismo todos los vivientes inteligibles. Así es hecho el mundo, como un viviente único.
Es pues a partir de las Ideas -formas- la de Lo Mismo y la de Lo Otro -o de la unidad y de la dualidad-7 que comienza la creación del Alma del Mundo o Cosmogonía, y del Alma del Hombre -macrocosmos y microcosmos- en sus componentes inmortal y mortal. Se dice: mezclando el principio indivisible y el divisible, obteniendo una tercera substancia, luego tomó estas tres substancias y las combinó en una forma única. Dice "mezcló las dos primeras con la tercera y de las tres hizo una sola" (Timeo). Con lo que tendríamos la simbolización del Ser en su triplicidad de nous, psiqué y soma. En lo que se expresan los conocimientos pitagóricos sintetizados en la Tetraktys.
En cuanto a la importancia del Timeo para la antigüedad y la edad media, baste recordar que se encontraba en los anaqueles de todos los centros del saber, al lado del Génesis bíblico, al que se veía como correspondiente. Ya Filón, el judío de Alejandría, da cuenta del paralelismo entre ambos.

Idea es una palabra que procede de idein, ver. Y se sabe del vínculo que la tradición establece entre la visión y el conocimiento. Las ideas expresadas formalmente a través de la lengua constituyen una gramática simbólica.

Las Ideas son simbolizadas por las palabras, y los griegos heredaron las letras del fenicio o cadmeo8, llamando ellos mismos a su escritura, "escritura fenicia", que es una lengua semita estrechamente emparentada con el hebreo, en cuanto al sonido y número, que es de 22. Hallándose gran similaridad de forma entre los signos de estas escrituras y los del alfabeto griego arcaico. Correspondiendo los nombres semíticos de aleph, beth, gimel, daleth, etc. con alpha, beta, gamma, delta. Características también fueron, ya desde el período más antiguo, la introducción de vocales. Yendo la dirección de la escritura, de derecha a izquierda y al revés, en líneas alternativas.

En una época posterior, a estas 22 letras fueron agregadas 4 más, que fueron Phi, Xi, Psi, Omega, con las que se formó el alfabeto griego oriental, y occidental. De ahí fue tomado el etrusco de 26 letras, -que también se escribía de derecha a izquierda- y que pasaría luego al latín arcaico.

El origen de la escritura griega, del fenicio o Cadmeo nos lleva al Mito de Cadmo, la riqueza de cuyo simbolismo aporta interesantes analogías al respecto.9

En el año 403 a.c. fué adoptado oficialmente en Atenas el alfabeto jónico de 24 letras, habiendo sido extraídas la semítica Tzadé de valor 90 y en orden 18 y Qof de valor 100 y en el orden.19 (Que en el griego arcaico y procedente de oriente, eran "san" y "qoppa"). Es decir que el alfabeto griego de 24 letras de la época clásica, tiene su equivalente para todas las semitas, excepto para tzadé y qof. No teniendo equivalente semítico las nuevas letras griegas phi, xi, psi. Además la nueva dirección de la escritura de izquierda a derecha, hizo cambiar la dirección de beta y gamma.

Si de estas nuevas letras agregadas, nos fijamos en Phi, introducida en el alfabeto griego en la posición nº 23, podremos observar una interesante analogía que contribuye a esclarecer su significado, pues el nombre de esta letra, cuyo símbolo es -quien visto desde una perspectiva superior es el punto centro de la circunferencia o círculo- también sirve a la representación del Número de Oro, o Idea de proporción, -o relación entre "amor" y sabiduría"- también llamada Aurea o divina. Proporción que divide al todo armónicamente, de modo que "la parte menor es a la mayor lo que ésta es al todo" y que se obtiene en matemática extrayendo la raíz cuadrada del numero 5, adicionándole la unidad y dividiendo este resultado por dos; número en relación también a la diagonal del doble cuadrado, descrito en el templo de Posidonis.10 Además, de la división del circulo en 5 partes surge la pentalfa, el número de reconocimiento para los pitagóricos-. Así pues, podemos aceptar el significado simbólico de la palabra "Filosofía" en un sentido superior a lo que se entiende por ella en nuestros días. El de "sabiduría según la proporción, igualdad, equivalencia o harmonía que mantiene la razón individual con la razón universal". La Ratio, "la proporción más sencilla o relación, la que al establecerse, religa a la parte con el todo, en correspondencia micro-macrocósmica. Número, como podemos ver, cuyo nombre, al igual que tiene un desarrollo en la Geometría, también lo tiene por otro lado en la Gramática.

En cuanto a la Gramática que decíamos, es una forma de expresión verbal que adopta la simbólica, y "ciencia" vocal dirigida al oído, es un vehículo de las Ideas, visiones o mitos, que guarda toda lengua sagrada. Phi es letra inicial y también raíz de la palabra Filosofía, es decir "amor a Sophia, Sabiduría o Espíritu. Y quien 'ama" es el alma, y ésta, amando a Sophia es la Filosofía misma -que en este sentido es no sólo racional- Además Phi es también raíz de palabras o ideas-forma emparentadas, como phileo, amar; philia, amistad; phili, hijo; philos, amante, amigo; símbolos de la concordia o harmonía. También viene de ahí, Philadelfos, que es el que ama a su hermano, caridad fraterna, de Phil -amor- y, adelfos -fraternal, gemelo, semejante, hermano en la fé-.

Por otra parte, si consideramos a la Tetraktys -en correspondencia a los mundos del árbol cabalístico y en el esoterismo islámico, ver nota 6- en cuanto al desarrollo de todo lo contenido en la Unidad o a "los 10000 seres", tenemos descritas en ella escalonadamente a las potencias del 10 -en la simbólica de los números, igual a 1 (1+0)- que constituiría así el vértice y "primer nivel de la Tetraktys", correspondiendo el 100 al segundo nivel, 1000 al tercero y 10000 al cuarto. Encontrándose entonces el número 500 -cuya esencia es 5, suma de 2+3 y en posición 23 en el griego oriental y occidental- en camino ascendente, entre 1000 y 100, como en camino entre la razón y la sabiduría se encuentra el 'amante' de la sabiduría. Siendo de este modo la Filosofía el vínculo entre "alma y espíritu' o también "intervalo" existente entre el tercer nivel o Tríada que corresponde al "alma universal" y el segundo nivel de la Tetraktys representativo del "espíritu universal" o Díada -"díada" en el sentido de complementariedad de los contrarios, a distinguir de la "dualidad" o aspecto positivo de los mismos- Así, el terreno propio de la Filosofía, en el sentido simbólico de la palabra, cubre el intervalo, harmonía, proporción y también relación -la más sencilla de las proporciones- entre el alma y el espíritu, en cuya unión se abre el acceso a la Unidad del Ser micro y macrocósmico en el vértice mismo de la Tetraktys. El alma que inspirada por el Espíritu ama al Espíritu según la Idea de proporción, que es Belleza; siendo también el número 5 llamado por los pitagóricos "Venus" porque los números masculinos -impares- y los femeninos -pares- están mezclados entre sí. Y Androginia porque, decían, siendo número impar, tiene características masculinas. O "Dídimo", porque divide a la decena en dos partes, siendo ésta indivisible de otra manera. Y añade que la llamaron inmortal y Palas por contener una representación de la quintaesencia, el éter, el quinto elemento.11

En el sentido verdadero o etimológico de la palabra, Filosofía quiere decir amor a la Sabiduría, Idea misma de la Belleza que es resplandor de la Verdad. Eros o amor nace el mismo día que Afrodita Urania, la Belleza, símbolo del mundo inteligible. Eros es un Gran Daimon, según le transmite la Sacerdotisa Diotima a Sócrates, al iniciarle en el misterio del Amor, en el mito del Banquete. Amor no es la Sabiduría puesto que el que ama a Sabiduría se dirige hacia ella. No obstante por su naturaleza generadora, es capaz de procrear en ella al amarla. Describiéndose a partir de ahí la escala del Amor que va: del cuerpo bello a la generalidad de cuerpos bellos, de estos a las bellas almas, que aman las bellas tradiciones, las leyes, las artes y las ciencias, y de ellas a la idea de la Belleza, que es una y que lleva a la contemplación del Bien mismo. Este es el sentido heroico de la filosofía, del que nos habla Platón en el Cratilo, pues héroe nos dice, procede de eros, y así era como en la antigüedad eran concebidos los héroes, como hijos y frutos del amor entre un Dios y una mortal.

A propósito de ello en el diálogo Fedro, es descrita la escala de los amantes que termina en el Filósofo, cuyo amor es el más alto, el del "Entusiasmo" o la posesión divina.

Esta visión nutrió y dio lugar al desarrollo del pensamiento platónico, de manera que a lo largo de los tiempos comenzaron a verse en el occidente antiguo, medieval y renacentista, las apariciones de tratados del amor como fueron, El tratado del Amor de Ibn Arabi, El libro del amigo y del amado de Llull, El Roman de la Rose de Meung y Lorris, La vita nuova de Dante, El Comentario al Banquete de Ficino, Heroicos Furores de G. Bruno, Diálogos de Amor de León Hebreo, entre tantos.

Platón transmite su enseñanza a través de 30 Diálogos, de entre los que R. Guénon cita a menudo: Fedón, Timeo, Critias, República, Cratilo, Banquete, Leyes, Menón.

La Filosofía como camino hacia la Sabiduría, a través del Amor a las Ideas, se realizó por medio del Diálogo. Lo que quiere decir a través del logos, palabra o razón iluminada por la Inteligencia. Fijémonos en este sentido en la raíz "día", común a Díada -o intervalo que vincula a la unidad con la multiplicidad- a la que por cierto los pitagóricos identificaron con la musa Erato, decían, por atraer a la mónada hacia sí misma -Erato fué también la musa que presidía el Arte Poética. Véase la familiaridad de esta palabra con otras tan significativas como Eros, erística, héroe, y aun con Er -en el mito, soldado resucitado de entre los muertos- en el que se da el hallazgo de la memoria, al final del libro X de la República. (En este sentido R. Guénon señala que en Crátilo se da muestra de un procedimiento similar al del Nirukta sánscrito, base de una simbología que surge de asimilaciones fonéticas entre palabras filológicamente distintas)12.

Seguir la enseñanza de los Diálogos es penetrar en el mundo de las Ideas, pasando de la oscuridad a la luz gradualmente, como se dice en el mito platónico de la caverna: de las sombras a los objetos y de estos saliendo de la caverna, a las imágenes en el cielo de los astros en la noche, hasta poder ver a la luz del día directamente y al Sol mismo. Cuya luz es de la misma naturaleza que el entendimiento, piloto o Auriga del alma que habita en el mundo de los inmortales, el de las Ideas, hasta llegar a contemplar al mismo Bien en su Belleza y en su Verdad. Lo cual es función del Filósofo Rey, capaz de gobernar el mundo y cuya auténtica residencia es la Tierra de los Bienaventurados, más allá del viento Bóreas, -del Norte- el lugar de Apolo hiperbóreo.

Acerca de lo que es el verdadero diálogo filosófico, recordemos lo que dice Sócrates a Alcibíades:

"Sócrates.- ¿crees acaso que es cosa fácil conocerse a sí mismo y que era un hombre vulgar el que puso eso en el templo de Delfos, o, por el contrario, que no está al alcance de cualquiera? ..... Sea, pues, ¿de qué manera nos encontraríamos a nosotros mismos? ...supón que esta máxima se dirige a nuestros ojos como si fuesen hombres, para decirles "Mirad a vosotros mismos". ¿Como acogeríamos esta amonestación? ¿Pues a qué objeto hemos de mirar para que a la vez nos veamos a nosotros mismos? ...A un espejo o cosa que se le parezca... ¿Y en los ojos con los que vemos, no hay algo de esta clase? ...¿No has considerado, acaso, que cuando miramos al ojo de cualquiera que está delante de nosotros nuestra faz se hace visible en él, como en un espejo, justamente en lo que nosotros llamamos pupila, reflejándose así allí la imagen del que mira?...De este modo, el ojo, al considerar y mirar a otro ojo y a la parte que él cree mejor, así como la ve también, se ve a sí mismo. Por tanto, si el ojo quiere verse a sí mismo, ha de dirigir su mirada a otro ojo y, precisamente, a la parte de este ojo en la que se encuentra su propia facultad perceptiva; esta facultad es lo que llamamos visión... Pues bien, si el alma desea conocerse a sí misma, también debe mirar a un alma y, sobre todo, a la parte de ella en la que se encuentra su facultad propia, la inteligencia, o bien a algo que se le semeje... ¿Pues hay en el alma en efecto, una parte más divina que esta donde se encuentran el entendimiento y la razón? ...Esta parte parece realmente divina, y quien la mira y descubre en ella todo ese carácter sobrehumano, un dios y una inteligencia, bien puede decirse que tanto mejor se descubre a sí mismo. Y es que, así como los espejos reales son más claros, más puros y más luminosos que el espejo de nuestros ojos, así también la divinidad es más pura y más luminosa que la parte mejor de nuestra alma... Mirando, pues, a la divinidad, nos servimos del mejor espejo de las cosas humanas con respecto a la virtud del alma, y así, en él, nos vemos y conocemos mejor a nosotros mismos."
Encontramos que en esencia, la profunda enseñanza acerca del conocimiento del sí mismo que se invoca en este Diálogo se halla otro tanto en la Chandogya Upanishad, donde en un fragmento (LXXIV), Prajâpati el señor de las criaturas, en forma de gurú, instruye a Dêvas y Asuras acerca del verdadero conocimiento, indicándoles aquello no maculado por el mal, la vejez, la muerte, el dolor, el hambre o la sed, y diciéndoles: "La Persona que es vista en el ojo es el Yo real (Atman)". 13
Observemos por un momento, en aquello que dijera Wittgenstein, que veía a toda la filosofía que vino después de Platón, tan sólo, como las notas al margen de su obra. Podrá parecer exagerado, pero aun así pensemos, que los filósofos posteriores no podrían decir siquiera una palabra que no estuviera ya contenida en las Ideas recibidas y transmitidas por Platón: Lo Uno e Inexpresable o el Bien, la Belleza, la Verdad, el Amor, el Intelecto o Nous, el Mundo, el Alma o Psiqué, la Justicia, la Razón, la Imaginación, el Cuerpo o Soma, los Sentidos y los Elementos, así como las subdivisiones a que todas estas ideas dieron lugar, a partir de la obra metódica y sistematizadora de Aristóteles, que fue quien desarrolló la ontología, la ética, la estética y la lógica, en su aplicación al mundo de lo horizontal. Verdaderamente no hay otras palabras con las que componer el discurso, siendo posible eso sí, la multiplicidad de combinaciones factibles en la mente de los filósofos que las utilizaron, con mayor o peor fortuna, es decir más o menos completamente, en el sentido en que las cosas además de sensoriales, imaginativas o racionales, pueden más allá de esto, ser inteligidas. Y ello no por otro que por el intelecto, el "Auriga" o piloto del alma. -Acerca de la justa relación entre el pensamiento de Platón y Aristóteles, obsérvese la pintura renacentista de Rafael de Urbino titulada "La Escuela de Atenas", donde se les ve a ambos avanzando hacia el espectador. A Platón con el brazo derecho vertical y el dedo índice levantado hacia arriba y a Aristóteles con el brazo horizontal y paralelo a la tierra.

Se dijo anteriormente que la lengua era una variedad del símbolo, y también que por su intermediación era posible el establecimiento de la harmonía y correspondencia entre todas las formas tradicionales, las cuales se manifiestan a través del mismo, en todas sus variedades, como son, para el ámbito de lo visual las múltiples artes y artesanías, como la arquitectura, escultura o pintura, y en el ámbito de la audición, la música, el canto y la recitación de poesía, todo lo cual es medido y metrado desde la ciencia común a todas ellas que es la Ciencia del Número.

La Lógica es también, como la Gramática, un símbolo evocador de la Metafísica, de la realidad de otro espacio. Aunque puede decaer en un conocimiento indirecto, teórico y especulativo, si carece de concentración. La concentración que es el mismo conocimiento o amor, que tendiendo a Sabiduría genera Sabiduría. Lo especulativo surge de un conocimiento no comprometido en la acción misma de conocer, que es Identidad. "El ser es todo lo que él conoce".14 Y es en esta relación de subordinación, que cobra verdadero sentido la palabra especulativo, en cuanto luz reflejada o indirecta, refracción del grado superior de conocimiento llamado directo, puramente intelectual, intuitivo o espiritual, que es uno como sujeto, con su objeto, la Idea.

La restitución al mundo griego de la época clásica, de un conocimiento simbólico que se resume en tres niveles de existencia o tres mundos, objeto del Espíritu o entendimiento, del alma y sus facultades -razón, memoria e imaginación- y del cuerpo y sus sentidos, pasaba por rectificar la dirección de la mentalidad de la época, señalando un punto de vista "vertical" y más allá del plano horizontal, del mismo modo como se aplica la escuadra en la construcción, o que en el simbolismo astronómico se aplica el Gnomón a la tierra, permitiendo el trazado del recorrido del sol en su meridiano. Esta escuadra, o gnomón, equivale también a lo que en Música se llama la Gamma, u origen de todos los tonos, y a lo que en Gramática corresponde a la tercera letra, Gamma, cuya forma es una escuadra, y también a lo que en Aritmología se llama Ratio, razón, denominada la más sencilla de las relaciones y base de toda proporción.15

Por esta Ratio hay que entender aquel punto, centro del plano horizontal, donde -si consideramos el triángulo semiequilátero o escaleno rectangular, base del Teorema de Pitágoras- coincide lo vertical y que define el encuentro entre Providencia Divina y Voluntad humana, lo cual es el mismo Destino, representado por la hipotenusa.16 Esto mismo se expresa aritméticamente como: 3 al cuadrado, más 4 al cuadrado igual al 5 al cuadrado. Así pues, el valor de ratio es de 9 + 16, cifras de cuya suma absoluta obtenemos 25, lo que es igual a 7 (2 + 5), cuya forma, por otra parte también similar a la escuadra, gnomón, o gamma, simboliza el estudio de la cosmogonía al completo, a partir de las ciencias que la expresan y de su principio luminoso -en su significado astronómico, el Sol- que centra y gobierna a los 6 planetas.

Enumerándose las Ciencias Tradicionales, las que se corresponden entre sí, claramente, a partir de sus elementos fundamentales, que centrados en el número serían: El "uno" en aritmética, el "punto" en geometría, el "sonido" en música, el "sol" en astronomía, la letra "a" en gramática, el "blanco" como principio del color y la "razón" en lógica. Ciencias cosmológicas y refracciones del intelecto, de quien proceden y a quien se reducen.

Esta simbólica de las ciencias o Filosofía, conducente por medio de la llamada "suprema" de entre ellas o "Dialéctica", en ascenso, hasta el Principio o Unidad que las armoniza, enseñada a través del "Diálogo" -presente en ambas palabras la raíz "dia" relacionada con Díada- tuvo lugar en la Academia platónica, que fue un solar o terreno que se dice perteneció al héroe Academos, frente al cual, se cuenta que en tiempos de Anacreonte se encontraba un altar donde se sacrificaba a Eros. Instituida en Atenas como centro de culto a las Musas, cuyo templete se hallaba en aquellos jardines, guardianas de las ciencias y las artes, cuyo conductor nos dice el mito es Apolo -musagetes- y que en otro tiempo fue también centro de las comunidades pitagóricas, como en Crotona.

Estas enseñanzas eran dirigidas especialmente a los Vigilantes o guardianes de la Ciudad, a los nobles guerreros, -la casta Kshatriya para la tradición hindú- conocimiento cuyo contenido de orden estrictamente cosmológico, tenía en la Unidad del Ser el objeto de su estudio. Con el fin de que su conversión en Filósofos Reyes les otorgara la capacidad de gobernarla según la Idea de la Justicia. Filosofía es el verdadero amor a Sophia, y como tal es generador por naturaleza. Y los hijos del amor, de Eros, son también los héroes, que sacrifican su vida o la ofrecen por amor, en la acción ritual -Karma- por medio de quien devuelven lo que les ha sido dado por la divinidad, (el Dios personal, el Ser, en su triple aspecto de Bien, Belleza y Verdad) participando así de ella. Epoca correspondiente al reinado de Zeus, edad de Plata, donde el reinado de los dioses sucede al de Cronos. Y en donde son cumplidas las 3/4 partes de la Ley, la cual rige para los 3 mundos de la manifestación, a los que Platón se refiere como Mundo de las Ideas, Supraceleste;17 Mundo de las formas; y Mundo de la materia.

La llamada Academia de Platón puede considerarse edificada en memoria de la Sabiduría, invocada por Sócrates, también llamado sacerdote de Apolo y filósofo, perteneciente a la escuela de los pitagóricos, de la que toda su enseñanza es resumen y testimonio: "el conocimiento de sí mismo" según el mandamiento que figuraba en el frontispicio del templo de Apolo en Delfos18; Sócrates, que decía ser acompañado por un Daimon o Eros, intermediario entre el Principio de la Sabiduría y los hombres.

Una vez, interrogado el oráculo de Apolo, sobre quién era el hombre más sabio de Grecia, respondió: Sócrates. El cual, empezaba toda su enseñanza afirmando"sólo sé que no sé nada". Comienzo de la Sabiduría y de toda verdadera Filosofía. De él se dice, que andaba descalzo por las calles de Grecia preguntando el "porqué" de todas las cosas, es decir por su causa o principio.

El método socrático llamado mayéutica -o arte de alumbrar el alma- conduce a una visión unitiva y sintética, de orden Supraindividual y Universal, dirigido a las particulares condiciones del mundo griego existentes en el s. V a.c. Las que se caracterizaban por limitar la noción de existencia al ámbito de lo individual y que se expresaba en los distintos órdenes de la sociedad bajo el mismo punto de vista antropomórfico, que en las artes privilegiaba al estudio estético del cuerpo humano, en el pensamiento al estudio lógico y racional de los fenómenos; en el gobierno, la oligarquía, la democracia y la tiranía o en lo religioso, al ritualismo, en ausencia de todo contenido mítico y simbólico. Actitud global que venía resumida en la proposición del sofista Protágoras, "del hombre -individual- como medida de todas las cosas". Sócrates promovía la reminiscencia o recuerdo de aquellas Ideas, siendo previamente necesario para ello, una catarsis o purificación, a través de la erística y de la retórica o artes de la discusión y de la persuasión, al servicio de la verdad y destinadas a negar todo lo que la niega. Con lo que se diferenciaba claramente del uso que de estas mismas ciencias hacían los sofistas, quienes envueltos por la multiplicidad de saberes no distinguían la idea de harmonía alrededor de quien centrar sus discursos.

A través del camino de la catarsis, conducía Sócrates a sus discípulos hacia la visión del mito, en donde la realidad de las cosas se hacía evidente por sí misma.

En cuanto a la palabra mito, leemos en Apreciaciones sobre la Iniciación de R. Guénon:

"Mito (griego=muthos; latín=mutus) =mudo, significa la boca cerrada, y por extensión el silencio. En cuanto a mueo significa, instruir ...sin palabras, tal como ocurría efectivamente en los misterios.
Pero, uno dirá, si la palabra "mito" tiene este origen ¿como es que ha servido para designar un relato de algún tipo? Es porque esta idea de "silencio" debe ponerse en relación aquí con las cosas que, en razón a su propia naturaleza, son inexpresables, al menos directamente y con el lenguaje ordinario; una de las funciones generales del simbolismo es efectivamente el sugerir lo inexpresable, el hacerlo presentir, o mejor "afirmar", mediante las transposiciones que permite efectuar de un orden a otro, de lo inferior a lo superior, de lo que es más inmediatamente aprehensible a aquello que no lo es más que mucho más difícilmente; y este es precisamente el primer objetivo de los mitos. Tanto es así que, incluso en la época "clásica", Platón todavía recurre al empleo de los mitos cuando quiere exponer concepciones que sobrepasaban el alcance de sus medios dialécticos habituales. Estos mitos que sin duda él no "inventó", sino sólo "adaptó", puesto que llevan la marca incontestable de una enseñanza tradicional (como la llevan también ciertos procedimientos que utiliza para la interpretación de las palabras, y que son comparables a los del "nirukta" en la tradición hindú. (Para ejemplos de este tipo de interpretación véase sobre todo el Cratilo). Dichos mitos, decíamos, están muy lejos de no ser mas que unos ornamentos literarios más o menos desdeñables como los ven muy a menudo los comentadores y "críticos" modernos; para quienes es ciertamente mucho más cómodo apartarlos de este modo sin examinarlos más, que dar de ellos una explicación aproximativa. Muy al contrario, estos mitos corresponden a lo que hay de más profundo en el pensamiento de Platón, a lo más liberado de las contingencias individuales, y que a causa de esta profundidad misma, él no puede expresar más que simbólicamente. A menudo, la dialéctica contiene en él algo de "juego", lo cual está muy de acuerdo con la mentalidad griega, pero, cuando la deja de lado para tomar el mito, puede uno estar seguro de que el "juego" ha terminado y que se trata de cosas que tienen de algún modo un carácter Sagrado."
Sócrates decía practicar el arte del alumbramiento, de dar a luz a la conciencia de los hombres, para que estos reconociesen la Verdad y la Belleza del Bien, de quienes el hombre guarda memoria en lo recóndito; pues una vez, éste, contempló las Ideas directamente, en lo Supraceleste, más allá del ámbito de las formas. Dice el mito de Fedro, o de la Belleza:

"El lugar Supraceleste, ningún poeta de esta tierra lo ha cantado, ni lo cantará jamás, dignamente. Es, pues, así (se ha de tener, en efecto, la osadía de decir la verdad, y sobre todo cuando se habla de la verdad): la realidad que verdaderamente es, sin color, sin forma, impalpable, que sólo puede ser contemplada por la inteligencia, piloto del alma, ocupa ese lugar. Así pues, como el pensamiento de la divinidad se alimenta de inteligencia y de ciencia sin mezcla, y lo mismo el de toda alma que se preocupa de recibir lo que le conviene, al ver, en el transcurso del tiempo la realidad, la ama, y contemplando la verdad se alimenta y se siente feliz hasta que el movimiento circular en su revolución la vuelve a llevar al mismo lugar. Y en esta circunvalación contempla la misma justicia, contempla la templanza, contempla la ciencia, no la que implica devenir, ni la que es diferente según trata de cada una de las cosas diferentes que nosotros ahora llamamos realidades, sino la ciencia que versa sobre lo que es realmente la realidad. Y después de haber contemplado de la misma manera las demás realidades verdaderas y de haberse regalado con ellas, desciende de nuevo al interior del cielo y se va a casa. Una vez allí, el auriga, colocando los caballos junto al pesebre, les sirve ambrosía y después los abreva con néctar. Tal es pues la vida de los dioses."
Sócrates comenzaba interrogando a sus interlocutores sobre el supuesto saber que creían poseer acerca de una Idea, conduciéndoles paulatinamente al reconocimiento de la ignorancia fundamental que poseían respecto a la misma. Mostrando a continuación la Unidad subyacente a todas ellas. A partir de ahí pasaba a relatar un mito simbólico y verosímil. Como son por ejemplo, aquellos mitos en que es dada cuenta del Alma del Mundo y el alma del Hombre, formados según el modelo de las Ideas de lo Inteligible y de lo Sensible; de lo Mismo y de lo Otro -Timeo- aspectos del Ser. Mundos que se mueven según la ley del ciclo, como en Político, atravesando las edades (la de oro o antigua edad de Cronos, la de plata o de los dioses, la de bronce o de los héroes y la de hierro o de los hombres), mito en el que se da cuenta de los ciclos que gobiernan el cosmos. En la Edad de Oro y reinado de Cronos, el timón del mundo es gobernado por pastores divinos, y la humanidad sigue la marcha de la divinidad que va de la vejez a la infancia. Mientras que en la época de Zeus, se sigue el ciclo del deterioro, de la infancia a la vejez, corrompiéndose las ciudades, desde la aristocracia progresivamente a la oligarquía, democracia y tiranía.
Otros mitos que surcan la obra de Platón son en Fedro, el mito del alma, la cual es comparada a un carro alado dirigido por el cochero, que es el intelecto, conductor de dos corceles, uno blanco y otro negro, símbolos de la pasión. Alma que puede obedecer a su guía o entendimiento o bien desobedecerle, siendo en este último caso la causa de la caída, por desequilibrio del carro, y así del olvido de aquellas Ideas, que fueron contempladas cuando, una vez, siguiendo el cortejo celeste de los dioses, las almas se adentraron en lo supraceleste.

El mito del proceso del alma, en Gorgias y Fedón, en su juicio, recompensa y castigo. Y su fin: el despertar -como en "Er", libro X de la República, en que también se refiere la Ciudad Ideal, la Tierra Pura, cuyo prototipo pertenece al mundo de las Ideas, que conviene imitar aquí abajo, se dice y en la que residen los Bienaventurados. El mito del amor regenerador en el Symposio, capaz de engendrar en la Belleza. El mito del Sol, equiparable al ojo en lo sensible, como a la idea del Bien en lo inteligible e invisible. Distribuyéndose, en este caso, la escala del conocimiento, desde las sombras y reflejos nítidos en los espejos y superficies lisas, ámbito de la imaginación, a los objetos sensibles y animales. (Ambos, campos del conocimiento por opinión). De ahí, a las matemáticas por el conocimiento indirecto de la razón, y que son como el preludio de la canción que conviene interpretar, la Dialéctica, "que se ocupa de la generación hacia la esencia" (Político, 283 d) -a diferenciar de la dialéctica como mero ejercicio especulativo de lo racional. Símbolo que se continúa con su análogo, llamado de la línea cortada, en cuyos 4 segmentos se representa la escala del conocimiento y la proporción entre sus contenidos, donde, en sentido descendente: la inteligencia es al pensamiento lo que el objeto es a su imagen; o en sentido ascendente: la imagen es a su objeto, lo que el pensamiento a la inteligencia. Esta misma escala es la que el alma aprisionada por el cuerpo, debe recorrer en el Mito de la caverna, que describe la situación humana y su restitución al origen, en camino de ascenso a la Verdad desde las sombras, a los objetos sensibles, y una vez fuera de la caverna acostumbra la vista, primero a los objetos que son vistos por reflejo en la noche y a la luz de la luna, hasta que se soporta a la luz del día la visión del sol, directamente. El Bien inteligible, que es lo que contemplan los Filósofos que hasta ahí hayan llegado, a los que se recomienda vuelvan a la caverna para adiestrarse en el gobierno, antes de poder retirarse definitivamente al mundo de lo Supraceleste; habitando junto a los dioses inmortales, que contemplan las Ideas directamente. Ciudad constituida por una jerarquía de castas: La de los arcontes cuya virtud es la prudencia. La de los nobles guerreros, vigilantes o defensores, cuya virtud es el valor. La de los artesanos y mercaderes cuya virtud es la templanza. Se dice: "hay en el alma del individuo las mismas partes y en igual número que en el Estado" (República, IV). Racional, irascible y concupiscible. Constitución de partes análoga al cuerpo del hombre, en quien corresponden, a la cabeza, al pecho y al vientre.

Sostener esta constitución es función de la educación del alma, que consiste durante los 10 primeros años en la Mousiké, que comprende la poesía, la música y las historias míticas. En los 20 siguientes se trata de las matemáticas desde sus axiomas hasta las aplicaciones. A partir de los 30 comienza la Dialéctica, suprema de las ciencias, la cual es a la vez ascendente, por cuanto va de los axiomas a sus principios últimos; y descendente, en cuanto se está en la visión sinóptica de todas las formas, que se aplican a partir de su principio. Consumiendo esta etapa 5 años, luego de los cuales debe bajar a la caverna para adiestrarse en el cumplimiento de esta harmonía otros 15 antes de poder retirarse de los asuntos del mundo, del que el alma parte feliz hacia las Islas de los Bienaventurados, lo cual sucede a los 50 años. Manifestando en el redescenso a la caverna la libertad de aquellos que se imponen una misión, que es lo propio de los héroes glorificados. A distinción de los que por no realizar el conocimiento de sí mismos, han elegido escoger un destino de entre los lotes repartidos a las almas por el gran Hierofante (República, X).

En el mito de la Ciudad Ideal, contenido en el libro República, leemos:

"ciudad que no existe en lugar alguno sobre la tierra. Pero quizás se de en el cielo un modelo como ese para el que quiera contemplar y regir por él la conducta de su alma. Aunque poco importa por lo demás, que exista o haya de existir algún día. Sólo esa, y ninguna otra, es la ciudad adecuada para la acción del sabio".
Dícese también:
"Así pues no acabarán los males para los hombres hasta que llegue la raza de los auténticos y puros filósofos al poder, o hasta que los jefes de las ciudades, por una especial gracia de la divinidad, no se pongan verdaderamente a filosofar."
La verdadera educación del alma, que lleva al conocimiento de sí misma, es quien permite, en la medida de su Virtud, -"que es libre y no tiene dueño, siendo poseedor de ella tanto como se la estime" (Rep., X)-, el acceso a la verdadera ciudad Ideal. Ciudad nombrada desde el punto de vista de toda Tradición. Recordemos el libro de R. Guénon El Rey del Mundo, donde es llamada, Paraíso, Tierra de los Bienaventurados, Islas Afortunadas, y otras entre las que se encuentra La Tierra Pura, que fue el nombre que adoptó en los Diálogos.
Ciudad que sirviera de modelo para el pensamiento platónico de Occidente, y a la que llamó Ciudad de Dios S. Agustín, la Ciudad Ideal Al-Farabí, La Monarquía Tomás de Aquino, Utopía Tomás Moro, la Nueva Atlántida Francis Bacon, la Ciudadela del Sol Tomaso Campanella, o Cristianópolis para Valentín Andreae. Y así es como en sus últimos vestigios llega el pensamiento platónico hasta Occidente, y aun hasta hoy.

En cuanto a la lógica, vehículo que sirve a la simbolización de lo que en sí mismo es inexpresable, leemos en fragmentos del diálogo El Sofista o Del Ser:

"¿Y no es incluso preciso retirar esta concesión, a saber, la de que el decir nada sea decir? ¿No es, por el contrario, necesario afirmar que esforzarse por enunciar el no-ser no es ni tan siquiera decir?"
"¿Cómo entonces enunciar con la boca o incluso solamente concebir con el pensamiento "los" no-ser o "el" no-ser, sin hacer uso del número?"
"¿Comprendes tú, entonces que no es posible legítimamente ni pronunciar, ni decir, ni pensar el no-ser en sí mismo, y que este es, por el contrario, impensable, inefable, impronunciable, inexpresable?"

Hasta aquí se ha tratado del No-ser, en el sentido absoluto y no dual de la Idea. A partir de aquí se tratará del no-ser relativo, en el sentido de cualquier ser distinto, respecto al ser considerado.
"sentando como principio que el no-ser no debe participar ni en la unidad ni en la pluralidad, con solo lo que he dicho ahora mismo lo he llamado ya uno; digo, en efecto "el no-ser". Seguro que lo comprendes."
...nos vemos forzados a reconocer, bien a pesar nuestro, que el no-ser es de alguna manera....no algo contrario al ser sino solamente algo que es distinto de él."
También dice a este respecto: "En cuanto a los que separan u oponen el ser al no-ser, a esos hace ya tiempo que les hemos dicho adiós."

A partir de lo cual se entiende que, "decir" indecible, "es" ya decir "algo", y que por lo tanto es, con lo que alguna clase de ser tendrá el no-ser -encontrándonos ya con esta afirmación del no-ser, en el ámbito de lo ontológico y expresable- con lo cual queda abierta la posibilidad del discurso, por la combinación y relación mutua de algunas de las Ideas con otras, según la lógica de las reglas que lo permiten, descartándose las opciones de la comunicabilidad total entre las mismas, por contradictoria, así como la de incomunicabilidad total -que ofende a la harmonía por separar todo de todo.
Si no fuera posible referirse a la Idea de lo Inefable, el Ser y la cosmogonía subsiguiente serían imposibles, lo que conduciría al caos de la multiplicidad de saberes, por no saber encontrar el centro en que se unifican.

Reglas del discurso correcto, conocidas por el filósofo que ejerce de este modo la suprema de las ciencias, la dialéctica -o modo catártico de razonamiento- que permite el desarrollo ordenado de la cosmogonía en su descripción, en el proceso del ser desde la unidad a la multiplicidad y de su retorno desde la multiplicidad hasta la unidad, así como la existencia del discurso verdadero y la del falso. Dependiendo éste de la mezcla inadecuada de ideas, que caracteriza al sofista, imitador que practica el arte del engaño diciendo una cosa distinta de lo que en realidad es; haciendo aparecer lo que no es como si en realidad fuera o lo que es como si no fuera; arte practicado por aquel que al no conocer lo que imita, lo falsea. (Dice lo que no puede decirse y no dice lo que puede decirse). Por el contrario, Platón, reserva un espacio para lo "Indecible" en su obra, recordemos el comienzo de la descripción de lo Supraceleste en Fedro:

"El lugar Supraceleste, ningún poeta de esta tierra lo ha cantado, ni lo cantará jamás, dignamente. Es, pues, así, (se ha de tener, en efecto, la osadía de decir la verdad, y sobre todo cuando se habla de la verdad)."
Y también en Rep. VI, donde pregunta Glaucón a Sócrates en qué consiste el Bien. A lo que responde éste: que está fuera de alcance y que por lo tanto hablará de su descendiente o vástago, la Luz del Sol, ese tercer elemento que permite tanto al ojo ver, como a los objetos ser vistos,
"y que se comporta en la esfera de lo visible, con referencia a la visión y a lo visto, no de otro modo que el otro, en la esfera de lo inteligible, con relación a la inteligencia y a lo pensado por ella",
refiriéndose a la idea del Bien, "como causa del conocimiento y de la verdad".

Conviene ahora señalar que la afirmación de que el no- ser tiene alguna clase de ser por el hecho mismo de ser enunciado -estableciéndose una relación de no oposición, entrambos- era además la prueba que invalidaba el argumento de los sofistas, por cuanto, en una humorística expedición de caza, se les sacaba de aquel lugar inextricable, como dice el texto, en el que se habían refugiado. Pues al echarles en cara Sócrates que decían falsedad, acostumbraban a replicar que, como del no-ser nada se puede decir, a ellos no se les podía acusar de decir lo que no era, con lo que convertían la Impersonalidad de la Idea del no-ser en argumento personalista, rebajándola a la medida de su estatura de individuos, utilizando para su propio beneficio el argumento de Parménides acerca de la Inefabilidad del No-ser.
Toda la enseñanza de Sócrates estuvo dirigida a rectificar ese modo de pensamiento. Lo que hacía a través de la llamada noble sofística, que incluía a la Retórica, o arte de conducir las almas a través de la palabra. No obstante los sofistas, educadores de los demócratas que gobernaban Atenas, terminaron por ser los instigadores de la acusación de Sócrates, que tuvo que comparecer ante la Puerta del Rey para defenderse de las calumnias que pusieron sobre él. Todo ello está relatado en la Apología o autodefensa, y en Critón, donde Sócrates recuerda el sueño que tuvo antes de que se cumpliera su sentencia, y en el que "Las Leyes" le dijeron: "pasado mañana llegarás a la muy fértil Ftía" -palabra ésta emparentada con el reino de Ptía, en Tesalia, donde paró el arca de Deucalión, después del diluvio.

Platón, pues, que puso por escrito lo que dijo Sócrates, transmite el núcleo de su enseñanza a través del Mito, cuyo carácter Sagrado es referencia, en sí mismo, del mundo informal de las Ideas, reservando a la Suprema de ellas, la del Bien, de la que se dice:

"La luz y la visión se parecen al sol, sin que haya que estimarse el que son el mismo sol, así también debe pensarse que la ciencia y la verdad se parecen al bien, sin llegar a creer por ello que sean el bien mismo... ...el bien no solo proporciona a los objetos inteligibles esa cualidad, sino incluso el ser y la esencia. Pero en este caso tampoco el bien es la esencia, sino algo que está por encima de ella en cuanto a preeminencia y poder" (República, VI).
Pensamiento platónico que halló continuidad a través del neoplatonismo, que tuvo su foco en Alejandría, donde estuvieron en estrecho contacto las tradiciones hermético-pitagórico-platónica, hebrea, cristiana y posteriormente la islámica, en comunicación con la hindú y budista, ya desde el s. III a.c. con la apertura de rutas hacia Persia e India por parte de Alejandro Magno -recuérdense las conversaciones entre el rey griego Menandro y el monje budista Nagasena-. De este período son la traducción a la lengua griega de textos tan fundamentales como los del Antiguo y Nuevo Testamento, lo cual no hubiera sido posible si es que no se hubieran hallado los equivalentes o correspondencias entre las Ideas y la Palabra Revelada.
Algunos de los testimonios de la convivencia en aquella geografía de las Ideas -que se extendieron a partir del faro alejandrino-, a partir del s. I d.c. fueron los neoplatónicos cristianos Orígenes, Clemente de Alejandría; Filón el Hebreo; los pitagóricos itálicos y latinos Apolonio de Tiana, Numenio de Apamea, Moderato y Plutarco; los platónicos-hermetistas Hierocles, Hermias, Olimpiodoro y Ammonio, además de los conocidos propiamente como neoplatónicos Plotino y Porfirio (a partir de los cuales se extendieron las enseñanzas al occidente latino por medio de Macrobio, Calcidio hasta S. Agustín y Boecio. Mientras que por Jámblico, Proclo y Damascio, el conocimiento fluyó, hacia la parte más "oriental" de occidente, a los padres capadocios cristianos del s. IV (S. Basilio, Gregorio Nacianzeno y Gregorio de Nisa). Y ya a partir del s. VI con Dionisio el Areopagita.

En la obra de los autores neoplatónicos se enuncia más allá de la Inteligencia o Nous correspondiente al Ser, la Inefabilidad del Uno que desborda toda afirmación y atribución. Fundamento de la "Teología Negativa" del Areopagita -de la que es antecedente, la Inefabilidad del No-ser descrita por Platón- y cuya Angelología equivaldría a la de los intermediarios divinos que en Porfirio, Jámblico o Proclo era representada por el Orfismo en una Teúrgia o Magia Ceremonial, fortalecedora del rito de la palabra que fue deviniendo decadente ya a partir del racionalismo aristotélico.

La obra de Dionisio fue continuada por Máximo el Confesor, refluyendo a Occidente traducida por el monje irlandés Escoto Eriugena, neoplatónico cristiano del s. VIII. Ya en el s. IX operó la escuela islámica de traductores de Bagdad y más adelante las escuelas de Córdoba, Toledo o Gerona, traductores de la obra de Platón, de Aristóteles y de los neoplatónicos, a través de quienes, como es sabido, pasaron de nuevo al latín, enriquecidas por los comentarios que de ellas hicieron el Sufí Ibn Arabí, llamado Ibn Al Flatún o hijo de Platón. Sin olvidar a los primeros filósofos Al Kindi ó Al Farabí, que combinaron la visión directa de la esencia de las cosas, propia de Platón, con el pensamiento rigurosamente metódico de Aristóteles que procede de demostración en demostración, como nos recuerda T. Burckhardt19.

Se dice que las traducciones llevadas a cabo se hicieron de la siguiente manera: un sabio árabe dictaba el texto, que un erudito judío traducía al romance del país, mientras un estudioso de ascendencia cristiana elaboraba a partir de éste, la versión latina. Así pasaron los textos de Al Farabí, Al-Gazali y más tarde de Avicena, Avicebrón y Averroes, estos últimos ya francamente decantados en la preponderancia del punto de vista aristotélico sobre el platónico. Todos los cuales, contribuyeron a la formación de la filosofía medieval, y de la escolástica cristiana. Con Alcuino de York, llamado por Carlomagno, se inaugura en Aquisgrán la escuela palatina, que más tarde prosperaría en las de Chartres y San Víctor. Y ya en el s. XIII serían receptáculos Dante y el Maestro Eckhardt. Más tarde en el XIV-XV y en Florencia, Ficino tradujo a Hermes y a Platón, mientras que Pico de la Mirándola hizo lo propio con la Cábala, y elaboró las Conclusiones mágico-cabalistas, cuya concordancia entre tradiciones, dio lugar la Cábala Hermética y Cristiana, que se diseminaría por toda Europa hasta llegar en el s. XVII al Palatinado del Rhin.

Citamos a Damascio el último de los neoplatónicos, en la doctrina del Primer Principio inefable, lo Absoluto:

"Expresar ese Principio es cosa que está más allá de los recursos del lenguaje humano; además, excede totalmente la jerarquía de la realidad. Y puesto que se halla fuera y más allá de toda jerarquía, todas las cosas, y el alma humana, pueden participar de El directamente y sin intermediarios, aun cuando de una manera inexplicablemente misteriosa."
R. Guénon en Metafísica Oriental expresa:
"No hay que creer que la intelectualidad occidental haya estado, en general, tan estrechamente limitada en otro tiempo como lo está en la época moderna. (...) en la Antigüedad y en la Edad Media, hubo para uso de una minoría, doctrinas puramente metafísicas y que podemos llamar completas..."
Y también en Mélanges (en el artículo "Conócete a tí mismo"):
"Luego existe una preparación a la sabiduría más elevada que la filosofía, que ya no se dirige a la razón, sino al alma y al espíritu, y a la que podríamos llamar preparación interior; y este parece haber sido el carácter de los más altos grados de la escuela de Pitágoras. Ella extendió su influencia a través de la escuela de Platón hasta el neoplatonismo de la escuela de Alejandría, donde aparece de nuevo claramente, al igual que en los neo-pitagóricos de la misma época. (...) Ninguna enseñanza exotérica es capaz de aportar el conocimiento real, que el hombre debe encontrar solamente en sí mismo, ya que, de hecho, todo conocimiento sólo puede ser adquirido por la comprensión personal. Sin esta comprensión, ninguna enseñanza puede alcanzar un resultado eficaz, y el aprendizaje que no despierta en el q

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