Si
todos los mares fueran de tinta y todos los estanques estuvieran sembrados de
cálamos, si el cielo y la tierra fueran pergaminos y todos los seres humanos
ejercieran el arte de escribir, no agotarían la Torá que yo enseño; en su canto
la Torá no resultaría disminuida en más de lo que puede sustraer al mar la punta
del pincel
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